martes, 19 de febrero de 2013

DEL NUEVO PROCESO DE PAZ


Juan Manuel Santos es un hombre que quiere pasar a la historia. Para lograrlo no tuvo problema en predicar la seguridad democrática por más de tres años para luego, después de haber sido elegido Presidente de la República, darle un giro total a las políticas que lo llevaron al poder.
Ahora, quiere que su capítulo en la historia de colombia sea mayor. Se embarcará en un proceso, ojalá que no muy tortuoso, para firmar la paz con los terroristas que invaden el territorio colombiano. El Presidente, en sus declaraciones, hizo énfasis en que las operaciones militares en contra del terrorismo (para él seguro “grupos beligerantes”) no se detendrían. Por su puesto que no van a parar porque ya hace mucho rato los colombianos, partidarios del gobierno anterior o no, nos dimos cuenta de que la inseguridad es una realidad cotidiana en nuestro país otra vez. Todo Presidente de Colombia tiene un derecho y un deber legítimo de buscar la paz por los medios que prefiera, pero esto no puede significar un costo altísimo de deterioro de la tranquilidad y la calidad de vida de la sociedad.
¿Qué tan cierto puede ser que las operaciones militares no cesarán? ¿Cómo busca uno la paz sin acabar la guerra? ¿Existe verdadera intención de la guerrilla para acabar el conflicto o sólo quieren aprovecharse de las buenas intenciones Santos?
De cualquier modo, con más inseguridad, ataques y fortalecimiento de la guerrilla a la vista, el nuevo proceso de paz es una realidad a la que nos tenemos que enfrentar. La realidad es que muy probablemente, de tener éxito, estas negociaciones conducirán a que los cabecillas de la guerrilla tengan un indulto (así lo nieguen, porque yo no creo que los cabecillas del Terrorismo en Colombia vayan a estar muy felices de entregarse apara pasar un largo tiempo en la cárcel) para que puedan participar de la vida política del país.
Quedan muchas más dudas de la orilla de la legalidad. ¿Estamos preparados para perdonar a quienes han masacrado seres humanos, secuestrado, torturado, violado mujeres, reclutado niños y se podría escribir una libro gigante con las atrocidades que han cometido estos personajes. La gran mayoría de personajes de la política del país han dicho que es vital que el proceso sea confidencial pero yo creo que al contrario, el proceso debe ser integral. Debe abarcar tanto a los guerrilleros como a los colombianos de bien, porque más que justicia y reparación necesitamos reconciliación y para esto se necesitan muestras de humildad y humillación de ambas partes (obviamente se necesita mucho más de esto de parte de los ilegales).
A diferencia de algunos, yo sí creo que la paz es una buena noticia, así se consiga de forma civilizada o ejerciendo el legítimo poder de la fuerza que tiene el Estado. Lo que sí es una mala noticia es que estas negociaciones no se hagan bajo un cese de hostilidades por parte de los terroristas. También es una mala noticia que la vida de los colombianos se complique por la imposibilidad de este gobierno de ser más efectivo garantizando las condiciones necesarias de seguridad para que no se deteriore ni la tranquilidad del ni la tranquilidad de los inversionistas extranjeros.
Aunque no soy partidario del Presidente Santos, creo que está apostando su pellejo por conseguir la paz que Colombia anhela desde hace más de 60 años, y eso tiene valor. Le deseo mucha suerte a él y a nosotros los colombianos, porque cuando se hacen negociaciones con bandidos, los resultados son totalmente impredecibles.

Ricardo Velasquez M

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